lunes, 26 de marzo de 2012

Ritual

De la nada, del vacío absoluto y la falta de conciencia total, primero escuché el son de los tambores, el ritmo frenético que llamándome, me sacó del letargo. Una fuerza desconocida tiró hacia abajo de mí y de la oscuridad descendí hacia la luz y el sonido hipnótico que surgía de muchos timbales. De pronto sentí que entraba en un cuerpo de alguien que danzaba junto a una mujer de piel oscura; en mi mano izquierda tenía un habano del cual daba pitadas aspirando el humo caliente. Mire mi ropa y vi que era blanca, igual que la de mi compañera danzante que no tenía iris en sus ojos, solo dos pozos oscuros como el mismo infierno...sin quererlo o queriéndolo, yo también bailaba. El lugar no era muy amplio y me dí cuenta de que había muchas otras personas sumadas al frenesí del ritual. En ningún momento dejé de escuchar el ritmo atrapante. Cuando comenzaba a alegrarme por las sensaciones que hacía tanto tiempo no sentía, otra fuerza desconocida volvió a arrancarme de ese cuerpo, arrastrándome sin poder oponerme, directo a una fosa en un cementerio, donde había un ataúd y donde podía ver en la penumbra colgando de las paredes de tierra húmeda al rey gusano en su dominio, alimentándose de lo que allí yacía. Cuando empecé a sentir desesperación por verme enterrado vivo, la misma potencia que me había traído hasta ahí, me liberó y salí volando hacia la noche estrellada, hacia la libertad, hacia el vacío infinito en donde cesó mi pensamiento en el descanso eterno. Aunque antes, en un último vestigio de conciencia, recordé aterrorizado que ya hacía mucho tiempo que yo había muerto.

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