martes, 15 de septiembre de 2009

Pedir...

El hombre pide a Dios, desconociendo que su pedido no es escuchado…
Lo inasible no cabe en la concepción humana, pero la creación ya nos dió la herramienta para hacer nuestros anhelos realidad: nuestra mente.
Todo es mente, así está dicho: Pide y te será concedido. No por gracia divina, sino porque la realidad que vivimos es el resultado de nuestros pensamientos. Que el hombre divinice esa realidad es otra cuestión. Tal vez una forma básica de activar la maquinaria del milagro, ya que a pesar de que el dogma judeo-cristiano, diga que fuimos creados a imagen y semejanza tenemos fe en que el creador nos otorgue nuestros egoístas pedidos y no tenemos fe en nosotros mismos.
Se podría decir como fórmula, que si el hombre fuera creyente en sí mismo, la doctrina diría, en el nombre del hijo, que es imagen del padre…Si nuestro creador o creadora (Dios no tiene sexo, pero nosotros sí, cosa rara si las hay y más si somos imagen y semejanza) tiene el poder y nosotros somos sus creaciones semejantes, ¿Por qué no poseemos poder nosotros?
En realidad...porque sí lo poseemos, pero tenemos que usarlo creyendo que él nos otorga lo solicitado, cuando en realidad son nuestras mentes que actúan en el mundo ilusorio en el que vivimos ,las que producen el milagro.
A veces suelo pensar lo ridículo que llegamos a ser, enredándonos en dogmas y profecías…
Puesto ¿quién tiene la verdad?. Una de las teorías en las que me apoyo para decir que Dios existe pero no le importa lo que haga su imperfecta creación, es que si esto fuese al contrario, borraría de la faz de la tierra a los que se atribuyen la autoridad para adjudicar palabras que nunca fueron escuchadas, sino inventadas, y decir que son palabra de Dios, los mismos que erigen sus propios templos en torno a sus egos.
No hacen falta ladrillos para crear falsas adoraciones, sólo hacen falta falsos creyentes.

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